martes, 7 de agosto de 2012

EL COMBUSTIBLE DEL FUTURO

Hace unos meses oí hablar de que Tata Motors, -aquellos que tienen en el mercado el Tata Nano, un coche que salía a partir de un precio de 2.000 dólares-, iban a lanzar al mercado un coche que se movía gracias a un motor de aire comprimido, el Tata Mini Cat. Por lo visto, esto era la culminación práctica de un desarrollo que a mediados de los noventa diseñó la empresa francesa MDI.
Me vino a la cabeza una conversación que tuve con Vicente en Sevilla, un tipo con el que merece la pena conversar hasta del tema menos interesante del mundo, tan inquieto y entusiasta en la vida como apocalíptico en este tema. Estuvimos analizando todas las posibles alternativas energéticas. Más o menos estuvimos de acuerdo en que se iba a poder seguir  produciendo energía doméstica e industrial, de una u otra manera, con las tecnologías ya existentes, sin recurrir a los combustibles fósiles. Pero de todas las alternativas posibles que barajamos como combustible para vehículos autónomos sin conexión a red energética, no logramos encontrar ninguna que pudiera ser considerada una alternativa factible seria para encargarse de dar movilidad a la totalidad del parque móvil mundial. Lo que no recuerdo es que reparáramos en ésta alternativa, el motor de aire comprimido.
La verdad es que, nada más conocer la noticia, he de reconocer que me alegré de ver una alternativa en el mercado a los combustibles de origen orgánico. Una alternativa que no produjera emisiones de dióxido de carbono y que incluso sus emisiones estarían compuestas de aire limpia a unos veinte grados bajo cero. ¡Aire fresquita en nuestras ciudades! ¡Hasta iba a ser recomendable estar cerca del tráfico en pleno verano!
Evidentemente, nada más enterarme de la noticia me puse a indagar en el tema, en el mecanismo de dicho motor y en las prestaciones que podría tener un vehículo que utilizara esa tecnología. Ahí es cuando comencé a desanimarme. El motor es de 25 CV y la autonomía media apenas llega a los 150 kilómetros, un poco más de 200 en ciudad y apenas 80 kilómetros en carretera. En las comparativas que se hacían con los coches eléctricos que se están comercializando, las prestaciones eran menores y el coste del kilómetro era mayor (en torno a un 50% más), ya que la electricidad necesaria para llenar las botellas de aire comprimido, (realmente es la energía necesaria para comprimir el aire a la presión adecuada), era superior a la necesaria para recargar una batería de litio de las que usan los coches eléctricos. Además, el coste del vehículo es superior. La única ventaja importante del motor de aire comprimido es que no necesita de un material de existencia limitada para una implantación a nivel mundial. La limitación más importante del vehículo eléctrico, aparte de las bajas prestaciones actuales, es la escasez de litio,  componente fundamental para la fabricación de las baterías eléctricas, o más bien, las dudas generadas acerca de si se podrá cubrir el exorbitante aumento que sufriría la demanda mundial de este metal alcalino en el caso de implantarse este tipo de vehículos, debido principalmente a las dificultades de extracción con los métodos conocidos en la actualidad.
Está claro que las prestaciones de ambos motores que ya están en el mercado son bajas, pero los vehículos movidos gracias al motor de combustión tampoco rompieron la velocidad del sonido nada más nacer, por lo que yo soy de los que creen que con el tiempo se ganará en autonomía, se podrán pulir deficiencias y se podrán sortear las limitaciones, pero lo que está claro es que si el combustible de origen fósil ha comenzado el principio de su fin, debido principalmente a que la mayoría de los pozos petrolíferos ya han llegado a su umbral de producción, habrá que prepararse para buscar alternativas.
Creo recordar que Vicente y yo enumeramos, y descartamos, un gran número de las alternativas que ahora mismo se ven como factibles. Evidentemente, la principal alternativa actual radica en los biocombustibles, es decir, hidrocarburos obtenidos a partir de biomasa, que es como se denomina a toda la materia orgánica que se va a procesar para convertirla en combustible. Ya están en el mercado y hay vehículos que han adaptado su motor de combustión para adaptarlo a este combustible. Se denominan ecológicos porque aunque desprenden dióxido de carbono en su combustión, éste ya ha sido anteriormente absorbido del aire por tratarse de materia vegetal. Dentro de esta categoría yo también incluiría los combustibles obtenidos de desperdicios vegetales, de aguas residuales o a los distintos alcoholes producidos a partir de cereales como el etanol o el butanol. Todos ellos tienen una limitación evidente para cubrir el abastecimiento de las necesidades mundiales y no es otra que la capacidad de generación de los cultivos necesarios para su producción, (no aplicable al caso de las aguas residuales, que también son limitadas). Ni se sabe si es posible generar la materia prima necesaria, en coexistencia con los cultivos dedicados a fines alimentarios, ni se puede asegurar una producción constante a nivel mundial, ya que las cosechas no son constantes todos los años. Además, entraña un riesgo grave para la población mundial, como es la más que probable escasez de terrenos de cultivo y la generación de graves crisis alimentarias, como las que ya hemos vivido a pesar de que este combustible está comenzando a implantarse. Igualmente, los escrúpulos de las empresas energéticas pueden ponerse a la altura de las más despreciables y ya se ha visto como empresas pertenecientes a este sector han comenzado a comprar grandes superficies de cultivo en países tercermundistas y han empezado a hacer gala de sus mejores modales, dignos de denuncia en los informativos menos serviciales. Parece muy difícil que pueda implantarse como solución en caso de falta de petróleo con la población actual y sus estimaciones de crecimiento.
Parece ser que la energía solar no va a ser capaz de mover vehículos autónomos, al menos en el corto y medio plazo con las tecnologías conocidas, por lo que como alternativas futuribles habrá que esperar que la solución venga de los motores de hidrógeno, mediante pilas de combustible o fusión de núcleos de hidrógeno, ó agua , siempre y cuando haya algo de verdad en los muchos escritos realizados acerca de que ya existirían motores movidos por agua usando diferentes tecnologías, como la electrólisis o mediante la generación de hidruros, aunque todos esos escritos han sido duramente criticados. Sin embargo, utilizando técnicas parecidas, parece ser que se ha logrado gasolina sintética, basada en hidruros complejos obtenidos a partir de hidrógeno, a un precio asequible y sin emisiones de carbono a la atmósfera. Como todo lo que tiene que ver con los avances en tecnología energética, no hay información suficiente como para poder afirmar que pudiera ser una alternativa real.
Hay otras alternativas experimentales basadas en magnesio, arena-silicio ó Helio 3 que no parecen que puedan implementarse a corto o medio plazo, siempre y cuando pudieran ser viables, aunque siempre es positivo que haya posibles alternativas al apocalipsis petrolífero.
Tal y como le dije a Vicente, creo que tiene que haber alternativas bien guardadas en secreto, pues la evolución humana no está preparada para afrontar una crisis tal como el no poder desplazarse de manera autónoma. Supondría una involución sin precedentes y si no hay alternativa en el mercado se debe a que vivimos en una sociedad especulativa y en el que los que juegan con ventaja la hacen valer para su propio beneficio sin reparar en los daños que se causan y en un posible beneficio colectivo.
A pesar de todo, él insistió en que el apocalipsis está a la vuelta de la esquina y que en el momento en el que el petróleo escasee la sociedad va a estar condenada. No sé si es un punto de vista realista o pesimista, pero yo prefiero creer en el ser humano, que siempre ha salido triunfador de los distintos retos a los que se le ha enfrentado. Evidentemente me refiero a la comunidad científica, no a la escoria tanto dirigente como influyente en este mundo cruel.

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