lunes, 17 de diciembre de 2012

LA INTELIGENCIA EMOCIONAL

Conozco a "Anamari" desde mi época universitaria y a partir de las amistades de mi hermana de por aquel entonces. Es una persona con la que siempre me he llevado estupendamente bien, ya que, no sé por qué extraña razón, siempre ha sido alguien con la que no he necesitado usar esa protección que todos llevamos, con la que me he podido mostrar tal y como soy y con quien cada vez que coincido me muestro pletórico porque te hace olvidar todos las circunstancias adversas que nos acompañan en cada momento de la vida. Es, sin duda, una de las mejores personas que siempre he conocido. La considero una amiga a pesar de que nunca nos llamemos y que las esporádicas veces que coincidimos sea de forma casual.
Una de las últimas veces que estuve con ella y disfruté de su compañía, entre risas y vaciles permanentes que nos tenemos el uno con el otro, me dijo: “Jesús Félix, tú serás muy inteligente, pero careces de inteligencia emocional”. Evidentemente, eso me produjo un instante de reflexión, después de lo cual, sin entrar en debate alguno, seguí disfrutando de su compañía.
Para mí la inteligencia emocional venía a ser la habilidad que se ha de tener para apreciar las emociones de la gente y actuar convenientemente en función de dicha apreciación. Según esta visión que tenía de tal concepto, podría ser que ella no estuviese muy equivocada.
Curiosamente, poco después tuve que asistir a un cursillo que mi empresa organizaba para sus empleados y que estaba dentro del plan de formación obligatorio que mi responsable me había diseñado. En el último de los capítulos del temario acerca de los diferentes modelos de gestión de grupos se hablaba exclusivamente de la inteligencia emocional, tratando a ésta  como un factor importante a tener en cuenta en tales menesteres.
El origen de la inteligencia emocional parte de la teoría de las inteligencias múltiples propuesta por Howard Gardner a principios de los 80. En este modelo la inteligencia no es vista como un algo unitario, que agrupa diferentes capacidades específicas con distinto nivel de generalidad, sino como un conjunto de inteligencias múltiples, distintas e independientes. Para Gardner, la inteligencia es la capacidad de resolver problemas y/o elaborar productos que sean valiosos en una o más culturas. Triunfar en cualquier faceta de la vida requiere ser inteligente, pero en cada campo se utiliza un tipo de inteligencia distinto. Dicho de otro modo, un genio de cualquier ciencia no es más ni menos inteligente que cualquier triunfador deportivo, simplemente sus inteligencias pertenecen a campos diferentes. Se define, por tanto, la inteligencia como una capacidad y no como algo innato e inamovible, que así era como por entonces se consideraba, es decir, se nacía inteligente o no, y la educación no podía cambiar ese hecho.
Inicialmente Gardner desarrolló siete tipos diferentes de inteligencia, la lingüístico-verbal, (presente en líderes políticos, escritores,…), la lógica-matemática, (presente en científicos, ingenieros, economistas,…), la espacial, (presente en artistas, fotógrafos, arquitectos, diseñadores,…), la musical, (presente en músicos, compositores,…), la corporal cinestésica, (presente en escultores, cirujanos, actores, modelos, bailarines,…), la intrapersonal, (presente en individuos que tienen un autoconocimiento rico y profundo), y la interpersonal, (presente en psicólogos, terapeutas,…). Posteriormente añadió la inteligencia naturalista.
A partir de este modelo, Daniel Goleman, uno de los psicólogos contemporáneos más conocidos mundialmente, introduce el concepto de inteligencia emocional, partiendo de las inteligencias intrapersonal e interpersonal, definiéndola como la capacidad para reconocer sentimientos propios y ajenos y la habilidad para manejar dichos sentimientos.
Incide en el punto de que la brillantez académica no lo es todo, como ya había reseñado Gardner. A la hora de desenvolverse en la vida no basta con tener un gran expediente académico. Igual que hay gente de gran capacidad intelectual que es incapaz de elegir bien a sus amigos, hay gente menos brillante en el colegio que triunfa en el mundo de los negocios o en su vida privada. Goleman estima que la inteligencia emocional se puede organizar en torno a cinco capacidades que son conocer las emociones y sentimientos propios, manejarlos, reconocerlos, crear la propia motivación y gestionar las relaciones.
Por tanto, la inteligencia intrapersonal consistiría en conocerse a sí mismo mediante el autoconocimiento, la autorregulación, el autocontrol y la automotivación, lo que conllevaría el tener un profundo conocimiento de las destrezas, ideas y dones propios, de las metas personales y de la habilidad para controlar las propias emociones. Así mismo, la inteligencia interpersonal consistiría en el entendimiento de otras personas, la capacidad de percibir y comprender los sentimientos de los demás, lo que serían habilidades sociales y empatía. Esto conllevaría sensibilidad y entendimiento de los sentimientos, puntos de vista y estados emocionales de los demás, habilidad para manejar las relaciones sociales y liderazgo.
Sinceramente, no creo que deje de cumplir muchas de las aptitudes anteriormente detalladas. Sí que es cierto que no tengo todas las capacidades requeridas para cumplir con la inteligencia interpersonal, pues se requiere de mucha empatía para ello, pero creo que ando bastante bien de inteligencia intrapersonal, que son los dos tipos de inteligencia que conforman la inteligencia emocional.
Anamari, ¿no querrías decir que me falta algo de sensibilidad contigo en ciertos momentos? ¿o me reprochabas el que no quiera tenerla?

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