lunes, 20 de mayo de 2013

LA FILOSOFÍA SOCRÁTICA

Cuando realizaba mis estudios de C.O.U. (Curso de Orientación Universitaria), equivalente al segundo curso del Bachillerato actual, tuvimos como profesor de Historia de la Filosofía al mismo que el año anterior nos había dado las clases de Introducción a la Filosofía y al que ya hice referencia en la entrada “El Origen de la Filosofía”. Como es tradición, todos los profesores suelen tener un mote y él no se libró de ello. Le llamábamos “Fu Manchú” por su parecido físico a las distintas representaciones cinematográficas que se han plasmado de ese personaje ficticio creado por el escritor de misterio y novelas policíacas Sax Rohmer, personificado en un villano chino que odiaba la civilización occidental y a la raza blanca y que siempre aparecía perseguido, derrotado y con sus planes desbaratados por el investigador inglés Sir Denis Nayland Smith junto a su acompañante, el doctor Petrie.
El caso, acerca de ese profesor, es que tras entregarnos los exámenes corregidos de la segunda evaluación del curso a mi compañero Nicol no se lo entregó y nos comentó que con su examen había tenido el primer dilema moral de este tipo. Nicol había entregado el examen a los cinco minutos de haberlo comenzado y solamente plasmó en él la frase “Sólo sé que no sé nada”. Para nuestro profesor, suspender a Nicol era como suspender a Sócrates, pero el sistema educativo le obligaba a hacerlo. Finalmente, optó por esta segunda corriente de actuación y Nicol vio como “Fu Manchú” le entregaba el examen con un cero plasmado en todo el centro.
Entiendo que el hecho de “suspender” a Sócrates en un examen de “Historia de la Filosofía” es toda una herejía, ya que Sócrates está considerado como uno de los filósofos más grandes tanto de la filosofía occidental como de la universal y considerado para algunos como el más grande de la filosofía universal. Es más, Sócrates marcó toda una línea en la filosofía de la Grecia clásica, por ello se realizó una división entre la filosofía presocrático y la socrática. Es uno de los tres representantes fundamentales de la filosofía de la Antigua Grecia, junto con Platón, su discípulo, y Aristóteles, discípulo de Platón, todo ello a pesar de que Sócrates no escribió ninguna obra y el conocimiento que se tiene de su figura y su filosofía se ha realizado a través de “Los diálogos de Platón”, “Los escritos de Jenofonte”, que contiene algún que otro error histórico, la comedia “Las nubes” de Aristófanes, escrita cuando Sócrates tenía 41 años, en la que aparece ridiculizado y colocado en el lugar de los sofistas, (considerándolo un demagogo), y las sucesivas menciones que hace de él Aristóteles a lo largo de todas sus obras, (aunque no lo conoció directamente, se considera que su recuento es el más objetivo).
Sócrates nació en Atenas en el 470 a.C. Se dice que sus padres lo dejaron crecer “a su aire”, sin oponerse a su voluntad ni reprimirle sus impulsos. Puede ser que, por ello, ya desde joven llamó la atención por la agudeza de sus razonamientos y su facilidad de palabra, además de la fina ironía que aplicaba en sus tertulias, que solía basar en continuas preguntas sobre la confianza en las opiniones populares, aunque muy a menudo él no les ofrecía ninguna enseñanza. Tuvo por maestro al filósofo Arquelao, (discípulo de Anaxágoras), que decía que “lo justo y lo injusto no lo son por naturaleza, sino por la ley”, y estableció, entre otras máximas, que el mayor de todos los astros es el Sol y que el Universo es infinito. Lo introdujo en las reflexiones sobre la física y la moral.
El poder de su oratoria y su facultad de expresión pública eran su fuerte para conseguir la atención de las personas. Su inconformismo le impulsó a oponerse a la ignorancia popular y al conocimiento de los que se decían sabios. Sócrates nunca se consideró un sabio, pues era consciente tanto de la ignorancia que le rodeaba como de la suya propia. Esto lo llevó a tratar de hacer pensar a la gente y hacerles ver el conocimiento real que tenían sobre las cosas. Asumiendo una postura de ignorancia, interrogaba a la gente para luego poner en evidencia la incongruencia de sus afirmaciones. Esta práctica se denominó “ironía socrática”, la cual queda expresada con su célebre frase “Sólo sé que no sé nada”. Creía en la superioridad de la discusión sobre la escritura y, por lo tanto, pasó la mayor parte de su vida iniciando diálogos y discusiones con todo aquel que quisiera escucharle, a quienes solía responder mediante preguntas. Así creó la mayéutica, método inductivo que le permitía llevar a sus alumnos a la resolución de los problemas que se planteaban por medio de hábiles preguntas cuya lógica iluminaba el entendimiento, es decir, lograr que el interlocutor descubra sus propias verdades. Por ello Sócrates no escribió ninguna obra porque creía que cada uno debía desarrollar sus propias ideas y que la sabiduría no consistía en la simple acumulación de conocimientos, sino en revisar los conocimientos que se tienen y a partir de ahí construir conocimientos más sólidos, pues sólo superando el relativismo se podría alcanzar la verdad absoluta.
Fue maestro de Platón quien atribuyó sus propias ideas a su maestro Sócrates y lo describió como un personaje que se escondía detrás de una irónica profesión de ignorancia, conocida como ironía socrática, con gran ingenio y agudeza mental. También fue maestro de Arístipo, que fundó la filosofía cirenaica de la experiencia y el placer, de la que surgió la filosofía más elevada de Epicuro. Igualmente influyó considerablemente en el filósofo Antístenes, amigo suyo, que fue el fundador de la escuela cínica de filosofía.
Sócrates fue condenado a muerte en el año 399 a.C. acusado de despreciar a los dioses, motivado por su postura que planteaban una existencia etérea sin el consentimiento de ningún dios como figura explícita, y de corromper a la juventud ateniense, pues el método socrático era imitado con frecuencia por los jóvenes atenienses, trastornando en gran medida el orden social y los valores morales ya establecidos. Al mismo tiempo era un fervoroso crítico de la democracia ateniense de elecciones de grupo, ridiculizándola, ya que en ningún otro oficio podía ser elegida una persona de esa forma.
Los amigos de Sócrates planearon su huida de la prisión, lo cual era esperado e incluso habría sido aceptado por la ciudadanía, pero él se negó por principios y por coherencia con su propia filosofía de obediencia hacia las leyes, pues consideraba que peor habría sido la ausencia de ley, llevando a cabo su propia ejecución bebiendo la cicuta, forma de ejecución de la época, convirtiéndose así en uno de los primeros “mártires” intelectuales.
Sinceramente, aunque sólo fuera por la originalidad de su acción, y sin que ello supusiera un precedente, yo habría aprobado a Nicol dicho examen. Nicol hubiese suspendido la asignatura y repetido curso igualmente, pero el mito de aquel profesor hubiera sido aún mayor con esa acción y un aforismo de Sócrates hubiese estado por encima de las directrices evaluativas del sistema educativo.
Por cierto, aunque no sea el más conocido, para mí el más brillante aforismo atribuido a Sócrates es: “Habla para que yo te conozca”.

lunes, 6 de mayo de 2013

LA INCURSIÓN PERIODÍSTICA

A principios de los 90, la radio libre Radio Iris 7 reanudó su emisión, siguiendo las directrices de la Coordinadora de Radios Libres y como medida de presión al Gobierno para aportar una solución a la denegación de las licencias, después de haberlas cesado a instancias del Gobierno Civil que forzó a la Concejalía de Juventud de Aranda de Duero al cese de las emisiones mientras se solicitaba una licencia que finalmente fue denegada por cuestiones políticas.
Debido a dichos problemas, en ese momento, la Asociación Socio-Cultural Iris 7 contaba con un número muy pequeño de asociados. Jero, hermano de mi amigo Marcos, se puso en contacto conmigo para realizar algún programa de radio, pues no había gente suficiente para cubrir la programación. Acepté la propuesta y así nació “La Resaca Deportiva”, el programa deportivo de una hora de duración que se emitió todos los lunes de la temporada. La hora siguiente fue ocupada por un programa de música que venía a ser un monográfico de los grupos que más me gustaban, aunque esto ya lo realizaba yo en solitario.
Lo que más me gustaba de esto era el poder asistir a las ruedas de prensa. Recuerdo que Ramón Cuadrado, el entrenador de la Arandina C.F. de ese año siempre me atendía en último lugar. Un día le pregunté el porqué de ese orden y él me contestó que era para hacerlas con más tranquilidad porque disfrutaba de mis entrevistas ya que siempre le hacía preguntas incómodas y que era una lástima que él viviese en Valladolid porque le gustaría oír nuestro programa, algo que he de reconocer, me gustó oír. También me dijo que nunca sabía lo que podían escribir los demás con esas entrevistas tan complacientes, pues de las preguntas incómodas se sacan los titulares, tanto si son contestadas como si no.
Tiempo después, nació una revista de difusión local y periodicidad semanal llamada “Ecos del Duero”, que se nutrió, de forma importante, de colaboradores que estaban haciendo programas en la radio. Al no contar con sección de Deportes se pusieron en contacto con Jero  y conmigo que, a regañadientes, aceptamos la propuesta, ya que no nos fiábamos mucho de la viabilidad de dicha publicación, considerábamos que era “vendernos” y no nos acabábamos de creer el que fuéramos a tener total libertad de publicación y de compaginación de tareas, que era lo único que pedimos.
El caso es que dicha decisión fue un acierto, ya que cobrábamos por realizar lo que ya hacíamos como una mera afición y dejamos de tener problemas con las credenciales, pues en muchos sitios nos ponían demasiadas pegas por acudir con una credencial de una radio que estaba en situación de alegalidad. Gracias a ello, comenzamos a ser bien recibidos en todos los  lugares a los que decidíamos ir, a pesar de ser “dos chavales”. El presidente de la Arandina CF nos abrió su casa, al igual que el gran maratoniano Santiago Manguán, olímpico y varias veces campeón de España. Incluso no tuvimos ningún problema para acreditarnos en Valladolid en el final de etapa de la Vuelta a España, donde pudimos estar en línea de meta junto a Miguel Induráin, Marino Lejarreta o Steven Rooks entre otros. El motivo de ese viaje fue entrevistar, “desde el corazón de la Vuelta”, al ciclista arandino Carmelo Miranda, por entonces, jefe de filas del equipo Artiach, antes de que fichara por el Banesto donde brilló como gregario de Miguel Induráin. Dicha entrevista la realizamos en Hotel Meliá Parque donde estaban alojados gran parte de los equipos ciclistas, por lo que pudimos disfrutar de ver en persona a la gran mayoría de los ciclistas importantes del momento.
Pero el momento estrella lo vivimos con la disputa de la I Concentración Olímpica de la Juventud que se disputó en Castilla y León, con la celebración de la competición de fútbol en Burgos y Aranda, que cubrí junto con mi primo Jose, que por entonces era el fotógrafo de la revista. Esa semana, los deportes no sólo acapararon la portada y el reportaje central, que ya había sucedido en dos ocasiones anteriores, sino también el editorial.
Recuerdo que empezamos el sábado con el partido Argentina-México, donde aprovechamos para realizar numerosas fotografías y tuve el placer de entrevistar al gran Reinaldo Merlo, seleccionador argentino, antiguo jugador de River Plate y que posteriormente ganaría el Torneo Apertura de Argentina con Racing de Avellaneda. Fue una entrevista muy entretenida a pesar de que no reconociera el mal partido que había jugado su equipo.
Al día siguiente, a las doce de la mañana acudimos al Portugal-Israel. Sin apenas haber dormido tuvimos que aguantar otro partido soporífero. En la rueda de prensa, Carlos Queiroz, el seleccionador portugués, (posteriormente fue ayudante de Alex Ferguson en el Manchester United, entrenador del Real Madrid y seleccionador portugués absoluto), se mostró muy amable a pesar de no estar de acuerdo con las insinuaciones que realicé en mis preguntas acerca del juego de su equipo, al fin y al cabo estaba hablando con el recientemente proclamado campeón del mundo sub-20. Tras terminar su rueda de prensa se ofreció a traducir las preguntas al seleccionador israelí. Israel había acudido a la competición de fútbol para cubrir una baja de última hora, provocando la retirada de Argelia de todas las competiciones, dejando todas ellas con sólo siete participantes. Evidentemente, tenía que preguntar acerca de ello al seleccionador de Israel, para saber cuál era su opinión al respecto, ya que no estaba por allí el “lumbreras” que lo decidió. Esto provocó un gran revuelo en la sala de prensa. A pesar de las reticencias, Carlos Queiroz lo tradujo debido a mi insistencia y el seleccionador israelí hizo alusión a que no se debería mezclar deporte y política.
El que mejor se lo pasaba en las ruedas de prensa era mi primo Jose. Decía que tenía que ver las caras que ponían los distintos representantes de la organización en cada pregunta que realizaba y que un día nos iban a echar porque era el único que no “peloteaba” a los entrevistados pero que, realmente, mis preguntas eran las más interesantes.
El último partido de dicha competición en Aranda fue el encuentro semifinal España-Argentina. En la rueda de prensa tras ver de nuevo a Reinaldo Merlo, apareció Chus Pereda, seleccionador español, que como buen burgalés, se mostraba muy orgulloso del éxito de la competición a pesar de la derrota de su equipo. En Aranda, a excepción de ese partido en el que se logró una gran entrada debido a que no se cobró entrada, la asistencia media había sido de unos 50 espectadores, algo que le recordé cuando me tocó el turno. Eso, unido a que no le gustó lo que le pregunté acerca del mal planteamiento del equipo, provocó que se fuera de la rueda de prensa sin contestarme, ante las miradas desaprobatorias hacia mí del resto del personal acreditado, muchos de ellos venidos desde Burgos para cubrir el partido.
Me pareció un comportamiento muy soberbio por su parte pero me acordé de lo que me dijo tiempo atrás Ramón Cuadrado acerca de las preguntas incómodas.
Varios meses después la revista cerró y yo me fui a Valladolid a cursar mis estudios universitarios. Elegí Ingeniería Informática de Sistemas, como no podía ser de otro forma.