viernes, 25 de octubre de 2013

LA ESCLAVITUD MODERNA

En mi segundo año universitario, vivíamos al final de la calle Imperial, próximos al puente Mayor, en Valladolid. Cuando podíamos, principalmente los sábados por la tarde, solíamos ir a echar unas pachanguitas de baloncesto, modalidad tres contra tres, en unas pistas próximas, ya en el barrio de La Rondilla, junto con algún amigo que se sumaba. Una de esas tardes, cuando terminamos de jugar y volvíamos para casa, vimos que en un instituto cercano había un mitin de Julio Anguita dentro de los actos de la campaña electoral de Izquierda Unida con vista a las siguientes elecciones generales y, al enterarnos, entramos todos a verlo.

Recuerdo que me quedé alucinado con aquel mitin. Nunca había escuchado a nadie con un poder de oratoria tan clara y convincente. En sus palabras todos los problemas tenían un claro origen y una lógica rotunda del resultado obtenido a partir de las políticas realizadas y todos los pasos que se estaban dando dentro de la política nacional del momento llegaban a unas conclusiones muy evidentes, a pesar de que iban a contracorriente de las opiniones de la gran mayoría de expertos y analizadores políticos. Explicaba todos los temas abiertamente y de forma muy clara y hasta los menos entendidos en la materia lograban comprender las situaciones expuestas. Incluso admiré que no había ningún intento, por su parte, de manipulación argumental o lingüística ni de utilizar demagogia. Él apostaba por su programa y a quien no le gustase el programa electoral de Izquierda Unida, tenía otras opciones de voto.

Es curioso como con el paso de tiempo mucha gente ve ahora en Julio Anguita a un profeta. La entrada en el euro y las consecuencias de ceder al Banco Central Europeo todas las decisiones de la política económica nacional, entre otras, parecen ahora muy evidentes, pero sólo él lo denunció públicamente en su momento, a pesar de que lo llamaran loco por aquel entonces. Reconozco que aún sigo admirándolo y me encanta saber de sus opiniones y escucharlo cuando es invitado a algún programa o cuando interviene en cualquier acto público.

Hace poco le oí hablar en un acto de la moral del esclavo feliz. Entre muchas de las cosas que dijo, comentó que gracias a los métodos propagandísticos, “el carcelero había conseguido que el esclavo estuviese calentito en la prisión y que, aunque la puerta estuviese abierta, el prisionero no se escapase ni pretendiese hacerlo”. Es lo que él llamaba “la dominación perfecta” o que el sistema había conseguido instaurar “la moral del esclavo feliz” y que ésa era la causa por la que la gente repite expresiones como “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”, “hemos de arrimar el hombro” o “con una huelga no se consigue nada”. También me quedé con una sentencia que dijo a partir de sus experiencias en la empresa privada y de su lucha por los derechos laborales: “Es más cómodo someterse que pensar, el esclavo es así”. A partir de sus experiencias en la empresa privada sacó la conclusión de que hay muchos ciudadanos que sienten envidia de los empleados que tienen mejores condiciones laborales y en lugar de luchar porque sus derechos se igualen a los que tienen unos derechos más favorables prefieren que las condiciones de los privilegiados se igualen a los suyos en precariedad, en lugar de luchar por mejorar los suyos. Es la razón que esgrimió para acabar opositando a una plaza de funcionario.

La verdad es que estoy bastante de acuerdo con la mayoría de las exposiciones que realiza. Estamos viviendo unas épocas en las que no paramos de ver como se están recortando una gran parte de los derechos laborales que con tanto esfuerzo se han ido conquistando a lo largo de los últimos siglos. Todos estos derechos se han logrado suprimir a partir de la generación de crisis económicas que han sumido en una pérdida importante de poder adquisitivo a las clases medias y bajas y que han permitido la introducción vehemente de políticas que han recortado continuamente los derechos de estas clases sociales en favor de las clases altas y dominantes todo ello en el nombre de la recuperación económica y del favorecimiento del empleo, a pesar de que han sido, precisamente, la incorrecta legislación de las clases dirigentes, así como las arriesgadas maniobras especulativas de las clases adineradas, las que han provocado esta última crisis. Evidentemente, todo ello, ha sido gracias a la complicidad del electorado que ha dado el poder a fuerzas políticas que han facilitado la introducción de todo ese compendio legislativo y han sido cómplices de dichas maniobras y, por tanto, de la situación actual.

Estos marcos económicos adversos, sumen en la resignación a muchos de los miembros de dicha sociedad. Dicha resignación es la que acaba durmiendo a la gente y, por lo tanto, cualquier reacción de ésta.

Precisamente, el no tener una correcta conciencia social en las épocas de bonanza, el olvidar la lucha de clases, la austeridad comedida, la solidaridad consumista y no ser crítico con las políticas generadoras de burbujas financieras provoca estos bruscos ciclos económicos y deja en total indefensión a las clases medias y bajas, que ven como pierden calidad de vida paulatinamente en las épocas de crisis o retroceso económico y que la brecha con las clases altas aumenta de forma continua.

Todavía recuerdo como se criminalizaban, (y se siguen criminalizando), desde la totalidad de los medios de comunicación, a todas aquellas movilizaciones anti-globalización llevadas a cabo por los denominados grupos o asociaciones anti-sistema que, por cierto, eran de ideologías muy heterogéneas. Clamaban contra la supresión de aranceles y el mercado global que conducían a una avaricia consumista y que nos iban a degradar económica y socialmente. El consumir productos fabricados con personal en condiciones de semi-esclavitud hace que, con el tiempo, nos aboque hacia un camino de igualdad de condiciones laborales por degradación, para lograr ser competitivos con esas gigantes maquinarias productivas logradas a base de falta de regulación laboral y, por lo tanto, de derechos laborales, lo que nos sume progresivamente en la esclavitud cuando formamos parte de las distintas cadenas de manufacturación, sea cual sea el proceso de manufacturación del que formamos parte.

Yo creía que la conciencia de clases era algo que se daba por sentado pero, sin embargo, me encuentro cada vez más con que se ha logrado instaurar la indiferencia con respecto a estas particularidades sociales y, por lo tanto, con respecto a la ideología, lo que sume a la sociedad en el conformismo, el victimismo y la inacción, precisamente en lo que la clase dominante quiere que se convierta la gran masa social dominada o sometida a sus políticas de control y de liberalismo económico que convierte al capital en el dictador del sistema, todo ello gracias a una buena campaña propagandística encubierta bajo informativos o debates direccionados y mediante la opinión de expertos de opinión tóxica o no neutral, es decir, todo ello gracias al control de los medios de comunicación y a la censura o el ostracismo de quien ha querido contrariar “la versión oficial”. De eso Julio Anguita también sabe mucho.


lunes, 7 de octubre de 2013

LA PELÍCULA DE LA VIDA

Tras volver de trabajar de París, retomé mi vida rutinaria con mis amigos. Comencé a coincidir con Adela en varias ocasiones y unos cuatro meses después comenzamos a quedar. Por entonces, ella estaba más centrada en su vuelta a los estudios con el objetivo de cursar Enfermería, que finalmente logró terminar, y yo estaba afrontando un reciente cambio laboral que me obligaba a viajar bastante, por lo que solíamos quedar esporádicamente.

Un día que estábamos tomando algo en una terraza junto con mis amigos, Adela nos comentó que ella veía la vida como una película en la que la mayoría de la gente desempeñaba un papel que se había ido labrando a lo largo de existencia en función de cómo quería cada uno que la gente le viese. En esa película, ella era espectadora de todo aquello. A mí me pareció una reflexión con muchos matices de brillantez, así como del reconocimiento del carácter y de las limitaciones propias, aunque el resto lo viese como una reflexión de pasividad y conformismo.

Cuando digo que tenía muchos matices de brillantez es porque la conclusión a la que llegó la realizó mediante la observación y las sensaciones recogidas, pero el comportamiento humano tiene mucho que ver con la actuación, pues éste está muy influenciado por la manera en la que se aprende y la principal manera de aprender del ser humano es mediante la imitación y la actuación no deja de ser la interpretación de un papel, es decir, la imitación de los comportamientos del personaje que se está interpretando.

La imitación es el recurso de aprendizaje más utilizado por la humanidad desde la antigüedad, (desde que se tiene registros históricos), e inclusive ha sido observada en animales, siendo un aspecto sofisticado de su inteligencia. Sirviendo como ejemplo de esto es el hecho de que mediante la copia o imitación se aprende a hablar o caminar, puesto que ya desde la infancia se fomenta esta metodología como principal forma de aprender. Esto, evidentemente, puede conllevar a que muchos niños adopten prácticamente la personalidad de alguno de sus padres, tutores o personas muy cercanas, normalmente la de la persona a la que más admiran o la de su principal instructor. El aprendizaje mediante la imitación es lo que denomina aprendizaje vicario o social y es una forma de adquisición de conductas nuevas por medio de la observación. En la terapia de la conducta este procedimiento se llama modelado, mientras que en el contexto de la psicología conductual o conductismo se denomina modelamiento.

Con el paso del tiempo entra en función la experiencia como recurso de aprendizaje complementario. Lo que podríamos denominar como método de ensayo y error es el otro método humano de aprendizaje. Éste se basa en las experiencias vividas por lo que se adopta posteriormente y es complementario al aprendizaje mediante copia o imitación. Igualmente, cuando ya se tienen unos conocimientos básicos o sólidos ya adquiridos, entra en juego como método de aprendizaje el cognitivismo, que  incluye procesos mentales que cada uno desarrolla a partir del pensamiento basándose en la lógica, es decir, partiendo de un conocimiento se pueden desarrollar otros. Una parte del cognitivismo englobaría el aprendizaje constructivista, mediante el cual se crean procedimientos propios para resolver situaciones problemáticas, lo cual implica que las ideas se modifiquen y se siga aprendiendo. Viene a ser una construcción del aprendizaje e integra la lógica, las experiencias, las motivaciones, las emociones y la pragmática del aprendizaje donde se aprende algo en función de su utilidad.

Estas pautas de aprendizaje provocan que el comportamiento humano se vea muy influenciado por los patrones que se han tomado como referencia, por lo que buena parte de ese comportamiento tiene una influencia externa muy pronunciada pudiéndose exponer que cada individuo desempeña un papel que va adaptando a su perfil psicológico, a sus preferencias y gustos y a su conocimiento del medio con el que interactúa, (lugares e individuos). Igualmente, en su interacción social, sobre todo cuando se forma parte de un grupo, cada individuo tiende a buscar una especialización dentro de ese grupo, por lo que el comportamiento también puede verse influenciado por ello. Todas estas pautas pueden hacer llegar a pensar que cada individuo interpreta un papel moldeado por las circunstancias que le acompañan en cada momento.

Por otro lado, el hecho de interpretar que ella era espectadora de esa película que le parecía que estaban interpretando la gran mayoría de la gente, entraña, desde mi punto de vista, una actitud pasiva hacia la interacción social, dejando las decisiones acerca del papel que ella debería desempeñar en manos de otros, o bien, participando en la vida social sin influir en lo que ella veía como interpretaciones ajenas.

El caso es que el año pasado, estando en la tercera edición del Vayvén Rock que se celebró en el parque de La Isla, me encontré con Adela, que hacía muchos años que no la veía. Me presentó a su hija que tendría unos tres años, de la que estaba totalmente pendiente. Por fin, Adela había encontrado su papel en la película de la vida y además el más importante, el de protagonista principal, al menos en la película de la vida de su hija.