martes, 24 de febrero de 2015

EL HERMANAMIENTO ENTRE CIUDADES

Cuando era niño, en mi ciudad natal se había puesto de moda el ir a visitar la ciudad portuguesa de Miranda do Douro. Cuando sucedió, yo no sabía cuál era el motivo por el que de repente a un gran número de mis conciudadanos les apetecía visitar esta pequeña ciudad cuasi fronteriza que dista unos 250 kilómetros de Aranda. Sin embargo, con el tiempo comprendí que todo esto pudo venir motivado a raíz del hermanamiento surgido entre las dos ciudades que había sido plasmado el 28 de Junio de 1984. La inspiración de dicho hermanamiento fue la de la similitud de nombre entre ambas ciudades, la querencia de entablar un primer hermanamiento por parte de ambas con otra lo más similar posible y el compartir la ribera del Duero, algo que tanto Aranda como Miranda lo llevaban reflejado en su nombre en forma de apellido, (¡qué mejor argumento para ser ciudades hermanas que compartir apellido, partiendo de un padre común, el Duero!), aparte de las diversas actividades de tipo folclórico y cultural que se habían venido realizando conjuntamente en años anteriores. Así se forjó el primer hermanamiento de mi ciudad natal.

Posteriormente, ya siendo estudiantes de Bachillerato, se realizaron continuos intercambios de estudiantes con la localidad francesa de Salon-de-Provence, pues por aquel entonces éramos muchos los estudiantes que cursábamos francés como lengua extranjera ya que no todos los colegios contaban con profesores de inglés. Estos intercambios sirvieron de nexo de unión entre ambas ciudades a lo largo de unos años lo que acabó plasmándose en la firma del protocolo de hermanamiento el día 2 de Mayo de 1992 entre las localidades de Aranda de Duero y Salon-de-Provence.

En Septiembre de 1998, con motivo de las celebraciones en Santa Cruz de Tenerife del bicentenario del fallecimiento del General Antonio Gutiérrez, (originario de Aranda de Duero y que da nombre al principal parque de su ciudad natal), reconocido entre otros logros por haber repelido el ataque de la Marina Británica dirigida por el almirante Horacio Nelson a la isla de Tenerife en 1797, se firmó el protocolo de hermanamiento entre las ciudades de Santa Cruz de Tenerife y Aranda de Duero.

Unos años más tarde, a partir de Eugenio Muñoz, un segoviano que veraneaba en la comarca de La Ribera del Duero y que además era concejal de Frankfurt, ciudad en la que trabajaba, comenzaron a realizarse algunos intercambios con dicha ciudad incluyendo la visita del Orfeón Arandino. A partir de su insistencia en el hermanamiento con alguna ciudad alemana, fructificaron los contactos que gestionó con la ciudad alemana de Langen, próxima al aeropuerto internacional de Frankfurt. Así, después de múltiples contactos, visitas e intercambios, el 17 de mayo de 2006 se firmó el Protocolo de Hermanamiento entre ambas ciudades.

Casi un año más tarde, el 26 de abril de 2007, se firma el Protocolo de Hermanamiento con la ciudad estadounidense de Roseburg (Oregón). Los contactos venían produciéndose desde 2003 a partir de una iniciativa procedente del alcalde de Roseburg. Eso unido a la insistencia por parte de Earl Jones, (dueño de la bodega Abacela Winery), que en diversas visitas a la ciudad promovió los contactos para intercambios de información entre estudiantes de ambas ciudades, derivó en el hermanamiento entre ambas ciudades.

Y el 20 de junio de 2008 se firmó el Protocolo de Hermanamiento con la ciudad francesa de Romorantin-Lanthenay. Este proceso de amistad se inició en 2006, con motivo de una visita de representantes arandinos a Langen, ciudad alemana con la que también está hermanada Romorantin. Los intereses de hacer un hermanamiento a tres bandas como el que tenían en Langen, (Langen-Romorantin-Long Eaton), el interés de Romorantin de hermanarse con una ciudad española y la buena sintonía surgida entre los representantes de ambos municipios permitió que en sólo dos años, a través de recíprocas visitas y tomas de contacto, fructificara la relación en forma de un nuevo hermanamiento.

Además, Aranda de Duero tiene un hermanamiento de cooperación con la ciudad saharaui de Daira de Yderia, que se firmó a medidos de la década pasada y que promueve acciones solidarias con el Sáhara por parte de distintas asociaciones arandinas.

La idea del hermanamiento de ciudades surgió en Europa poco después de la Segunda Guerra Mundial. Existen diversas instituciones que tienen como principal objetivo fomentar estos hermanamientos de ciudades buscando en este hecho una reducción de los riesgos de guerra y sobre todo la realización de vínculos culturales. Sin embargo este concepto ya existía desde la Edad Media cuando en el siglo XIII las villas de la Hansa germánica fijaban lazos indestructibles con sus aliados comerciales. El objetivo de esta idea era aportar a la población europea lazos de unión mayores y promover proyectos en beneficio mutuo, con la idea de superar conflictos comunes. Aunque este concepto es mucho más popular en Europa que en otras partes del mundo, se ha extendido por todos los continentes. Son uniones ideadas para compartir experiencias y proyectos conjuntos sobre asuntos de interés común, que van desde la economía, el medio ambiente o la cultura.

La verdad es que si los hermanamientos entre ciudades sirven realmente para hermanar pueblos, evitar conflictos internacionales y promover los intercambios culturales entre las ciudades involucradas, más allá de las buenas intenciones y de las fotos de las firmas de los protocolos de hermanamiento, bienvenidos sean estos hermanamientos.

martes, 10 de febrero de 2015

LA CUOTA LÁCTEA

Cuando era niño, mi madre siempre cocía la leche antes de que la tomáramos, aunque sólo fuera por precaución. Daba igual qué tipo de leche adquiriera, siempre lo hacía, pues a principios de la década de los 80, la preferencia mayoritaria de los españoles era la leche fresca, bien envasada en bolsa de plástico, bien mediante la adquisición directa a pequeños productores, al igual que sigue sucediendo actualmente en países como Dinamarca, Grecia, Finlandia, Noruega, Suecia, Reino Unido, Irlanda, Austria y Holanda entre otros. Por entonces, ya se comercializaba en España leche ultrapasteurizada o uperisada (UHT) pero aún no se había abierto un importante hueco en el mercado, algo que sí que ocurre actualmente donde el 96% de la leche consumida en España es UHT.

Por aquel entonces, la leche que se compraba mayoritariamente en el barrio era la que distribuía la Granja Ventosilla, próxima a Aranda, y la envasaba en bolsas de plástico de un litro que vendía en los diversos supermercados y tiendas de alimentación de la ciudad. Incluso nos la repartían gratuitamente en los colegios en pequeñas bolsitas de un cuarto de litro debido a diversos convenios con los colegios. El resto se compraba a algún pequeño ganadero que tenía alguna pequeña explotación, por lo que era común ver a gente con una lechera de plástico en la mano yendo a comprar leche fresca. Alguna que otra vez fuimos a comprar leche donde “la Eli” que nos vendía la leche fresca de la docena de vacas que tenía en un pueblo cercano.

Sin embargo, con la entrada de España en la Unión Europa y la regularización del sector lechero en España, esto desapareció y comenzaron a cambiar los hábitos de consumo de forma precipitada. La Granja  Ventosilla comenzó a comercializar su leche en brick, como ya venía haciendo desde hacía años la otra central lechera de la ciudad (Leche Pascual) y, de repente, ya no había ni rastro de las vacas de “la Eli” ni de las bolsas de La Ventosilla.

Esto se debió a que el sector lechero de la Unión Europea había sido regulado desde los años ochenta a través de la imposición de cuotas nacionales de producción láctea a los países miembros. Se introdujo como apoyo a la política económica común para intentar impedir que la producción nacional excediera la demanda de los consumidores, evitar una caída de precios y proteger a los productores locales de cada país miembro. Estas cuotas, una vez fijadas, han intentado equilibrar la producción con la demanda de consumo del país, que ha sido repartida entre los ganaderos nacionales. Éstos han estado obligados a cumplir con ella o se enfrentaban a sanciones económicas en el caso de vender más producto de la cuota de producción asignada. Al entrar España en la Unión Europea, la producción láctea se vio regulada por esta normativa comunitaria, lo que provocó que muchos pequeños productores cesaran su actividad por no querer verse abocados a regularizar su actividad.

Lo que ha venido sucediendo es que, para España, esta asignación de cuotas lácteas nacionales siempre fue perjudicial, limitando las posibilidades de expansión de los principales grupos alimentarios del sector y estrangulando el sector ganadero dedicado a la producción de leche. Este problema que ha tenido España con la cuota láctea vino generado debido a que aceptó una cuota muy inferior a la que debería haber tenido. Esto se debió principalmente a que los ganaderos españoles ocultaron buena parte de su producción real, pues creían que así podrían evitar pagar impuestos, práctica muy generalizada en las épocas franquista y de transición, cuando la “leche negra” se vendía por toda España. Como consecuencia, la cuota fija de producción de España siempre ha sido muy inferior a la demanda de los consumidores españoles. Aunque actualmente se vienen consumiendo en España unos nueve millones de toneladas de productos lácteos cada año, los ganaderos tienen la cuota fijada en unos seis millones y medio de toneladas, (inicialmente eran cinco toneladas y media). Como consecuencia, España debe exportar esa carencia de producción fijada de otros países de la Unión Europea, (principalmente de Francia), que les vende su excedente de producto.

Esa situación, que se ha vivido a lo largo de las últimas décadas, hizo que España pidiera que se le aumentara la cuota fijada. Sin embargo, este aumento de cuotas se realizó a todos los países miembros de forma proporcional y paulatina hasta este año, el 2015, en el cual se eliminarán en su totalidad. Esto ha venido beneficiando a los principales países productores europeos, pues de los 151 millones de toneladas de producción de leche de vaca fijados actualmente en la Unión Europea, a Alemania le corresponden 30 millones y a Francia 26 millones, a Holanda 12 y a Italia algo más de 11.

El caso es que con la supresión de cuotas, que entrará en vigor en este año, se verá la capacidad que tienen los principales grupos lácteos españoles de acaparar más cuota de mercado tanto nacional como internacional, la capacidad productora de los ganaderos españoles para afrontar un mercado sin restricciones y que no cubre la demanda del país, así como la evolución de los precios, puesto que es de prever que la liberación del sector y la restricción de cuotas de producción debería provocar, con efecto cuasi inmediato, una bajada de precios del producto en origen.

El futuro sin cuotas lácteas por lo tanto se presenta incierto. Parece ser que es el sistema de cuotas el causante de las actuales debilidades estructurales en toda la cadena del sector lácteo en España, debido a la discriminación de España con respecto a otros países. Sin embargo, con la liberalización del sector es el momento para ver si realmente este sector está preparado para enfrentarse al mundo, para evitar que el mercado nacional sea copado por las principales potencias lácteas y para poderse abrir cuota internacional en los países emergentes y en Latinoamérica, pues se prevé que la demanda de estos productos siga aumentando en estos países.

Toda una incógnita que se irá resolviendo con el paso del tiempo, el liberar el mercado nacional o el protegerlo, ¿cuestión ideológica, de sistema económico a implantar, de liberalización del mercado o de sentido común? Cada uno suele tener su opinión al respecto, el futuro dirá.